No todo lo que pasa en la actualidad está intrínsecamente relacionado con la política, aunque al ver la ilustración pudiéramos pensar de buenas a primeras que los que pintan nubes en un cielo contaminado son los encargados de la política nacional. Sin embargo, aunque parezca una frase cliché, esto de la protección del medio ambiente es responsabilidad de todos. Porque quienes se dejan vender un  cielo azul donde hay tanto gris somos nosotros, los mismos borregos ciegos de los que hablaba ayer.

No pasa un día sin que en las calles ocurra algo malo, un robo, un secuestro, el aumento del dólar, la falta de mantequilla y aun así durante años los venezolanos nos hemos tragado todo sólo con tal de poder respirar el aire del Ávila, o de nuestras playas, de nuestros ríos. El día que ese aire definitivamente no se pueda respirar más, lo habremos perdido todo. No es un secreto que por cada noticia buena leemos cinco malas, tenemos que obrar para que no empeore la situación.

Por eso, aunque sea culpa – mayormente- de las industrias la contaminación y el daño ambiental, tenemos en nuestras manos todas las herramientas para hacer esta realidad diferente. Los venezolanos se tratan entre sí, desde hace algunos años, con apatía y hasta un poco de egoísmo, pero al ambiente lo trata así desde hace mucho más tiempo. Parece que somos capaces de quejarnos de algunas cosas pero no de otras. Por ejemplo, es indiferente para una persona ver a alguien lanzando basura en la calle (por no decir que lanzando la basura ellos mismos), pero si el aseo deja de pasar una semana ya empiezan el malestar y las denuncias. No hay nada  más sano que denunciar los incumplimientos de las instituciones públicas, en realidad  la responsabilidad del aseo es pasar semanalmente, pero es como si simplemente quisiéramos dejar los problemas en manos de otros.

No estoy de acuerdo con que se eludan las responsabilidades, pero entonces debo dejar de eludir las mías antes de quejarme sobre el trabajo de los otros. No me parece que el gobierno este deforestando Caracas para ampliar la autopista, pero tampoco es como si haya empezado por cuidar mis propios jardines. Vemos como insignificantes las cosas que desde lo personal se pueden hacer, pero no nos hemos dado cuenta de que ningún país se construye con un pueblo ajeno a los problemas y distantes de aportar soluciones. No sé si algún día llegaré a ver el cambio en mi país, pero eso no significa que no deba intentar empezar ese cambio y quién sabe si hasta contagiarlo.

En fin, quise hacer sobre este tema una reflexión más corta y directa porque hay otra ilustración que muestra algo parecido y que también se las quiero compartir, pero eso lo dejaremos para mañana.